Unificar los criterios del vino siempre ha estado considerado como uno de los grandes desafíos a los que la industria ha tenido que enfrentarse en términos de clasificación. Este escenario ha cobrado una todavía mayor importancia cuando se trata de explorar cuáles eran los elementos que determinaban si un vino era crianza o reserva.
La explicación la encontramos en que el factor tiempo no es el único elemento que puede determinar la diferenciación entre ambos. Desde Vega y Gijón, como distribuidor de vinos en Tenerife, te contamos todo lo que tienes que saber para poder diferenciar entre los vinos de crianza o de reserva.
¿Crianza o reserva? La edad marca la diferencia
La permanencia del vino en la barrica
El principal elemento diferenciador entre el vino de crianza o de reserva hace referencia al tiempo que el vino pasa en barrica. La permanencia del vino en la barrica aporta una textura diferente al vino y, en último termino, condiciona de manera directa su sabor.
Cuanta mayor sea la cantidad de tiempo que el vino permanezca en contacto con la barrica, las connotaciones del vino del sabor se percibirán con mayor o menor peso.
Vinos reserva
Los vinos de reserva con aquellos vinos en cuyo proceso de elaboración se utiliza únicamente el producto que proviene de las mejores añadas. En el caso de los vinos tintos, deben pasar, como mínimo, 36 meses envejeciendo. De ellos, un año debe pasarlo en la barrica.
El tiempo total de envejecimiento de los blancos y de los rosados debe ser igual o mayor a los dos años. Con un mínimo de seis meses en barrica.
Vinos de crianza
Los vinos de crianza dependen, además del tiempo, del tipo de vino: tinto, blanco o rosado. En el caso de los vinos tintos, tienen que tener un envejecimiento mínimo de 24 meeses. Además, durante los primeros 12 deben estar en una barrica de roble.
En el caso de que hagamos referencia a los vinos blancos y rosados, el tiempo de maduración cambia. En este caso, para alcanzar la categoría de crianza tenemos que situarnos en los seis meses.
