El desgaste de esmalte en la dentadura afecta a la mitad de la población. Consecuencias son aumento de fragilidad, fracturas, caries y sensibilidad dental. La sensibilidad al frío, al calor y al azúcar son comunes.
El esmalte tiene la función de cubrir y proteger los dientes, siendo la superficie dura más extrema. El desgaste es normal con los años, pero este proceso puede ralentizarse tomando varias medidas. Un primer paso es limitar y controlar las causas que pueden acelerar el proceso. En segundo lugar, hay algunos consejos para prevenirlo.
Causas habituales del desgaste de esmalte
El bruxismo es el hábito o la afección de rechinar los dientes, ya que la presión sobre los dientes aumenta. Puede ser inconsciente y ocurrir tanto de día como de noche.
La fricción está asociada con cepillar los dientes con demasiada fuerza, demasiada frecuencia o el cepillo de dientes equivocado puede acelerar la erosión. Los odontólogos pueden recomendar que productos elegir.
La erosión ácida está relacionada con alimentos y bebidas consideradas ácidas. Entro los alimentos están las frutas y salsas como el kétchup o los aliños. Entre las bebidas hay que vigilar los zumos, vinos, refrescos gaseosos, té y café. Si consumimos muchos alimentos ácidos durante el día, aumenta el riesgo de erosión ácida.
La abrasión puede ser causada por alimentos ácidos, pero también por ciertos medicamentos y los propios jugos gástricos que entran en contacto por el reflujo gástrico.
Prevención del desgaste
Las visitas frecuentes al dentista son importantes para llevar un control y poder tomar medidas necesarias cuanto antes. Aunque el desgaste de esmalte es un proceso normal, algunos hábitos sirven como medidas preventivas.
Elegir el cepillo adecuado y usarlo con un dentífrico con flúor es solo el primer paso. El odontólogo explica cuáles son las mejores técnicas de cepillado.
Consumimos con frecuencia alimentos y bebidas ácidas. Si se es consciente de ello, es fácil ajustar la dieta para que no se consuman demasiados alimentos ácidos en un mismo día. Entre el consumo de alimentos o bebidas y el cepillado dental conviene esperar al menos una hora.
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