La isla de Tenerife es famosa por sus playas, su buen clima o sus carnavales, pero además, también puede presumir de una gastronomía capaz de hacer las delicias del visitante.
Eclipsados por los Ribera del Duero, los Rioja o los finos del sur, los vinos con denominación de origen de Tenerife no son muy conocidos a nivel nacional, sin embargo, esta isla canaria tiene una tradición vinícola más que respetable, hasta el punto de que nada menos que 5 denominaciones de origen diferente conviven en ella.
La más conocida es sin duda la de Taroconte-Acentejo, cuya ubicación al norte de la isla, cerca del mar, confiere a sus caldos una clara influencia atlántica en su sabor, destacando unos tintos cultivados en complejas terrazas que se alzan hasta 1000 metros por encima del nivel del mar.
Cerca de esa zona encontramos el Valle de la Orotava, que da su nombre a otra de las denominaciones de origen presentes en la isla. Allí crece una uva protegida de las inclemencias climáticas, disfrutando durante todo el año de la influencia de los Alisios. El resultado es un vino blanco con un toque amargo muy característico pero que queda ensombrecido por los aromas frutales.
En la parte más noroccidental de Tenerife encontramos la D.O. con más historia de la isla, ya que los caldos de Ycoden-Daute-Isora son los herederos directos de los antiguamente afamados “Canary”. Unos vinos hechos con uva fresca y que son muy juguetones al paladar.
En el lado sur de la isla, encontramos las vides que dan origen a otro de los vinos con denominación de origen de Tenerife. La uva cultivada en la comarca de Abona está marcada indefectiblemente por su alta exposición al sol y la porosidad de un suelo volcánico, características que definen unos caldos con muchísimo cuerpo.
Por último, también al sur, se ubica el Valle de Güimar, una pequeña zona, cuya D.O. apenas abarca a tres poblaciones. El 80% de su producción se centra en unos vinos blancos que son los que le han dado la fama, caracterizados por un sabor afrutado y fresco.